martes, 14 de octubre de 2008

Un supermercado al aire libre con miles de ofertas

El mercadillo del Charco de la Pava, donde se vende comida y ropa a buen precio, concentra multitudes los fines de semana
Bosco Ferri Actualizado 06.07.2008 - 05:03
El intenso calor no impide a los sevillanos continuar sus costumbres, como la que cada sábado propone la bancada de la Cartuja, donde se instala el mercadillo del Charco de la Pava, que ofrece una amplia variedad de puestos en los que se vende fruta, hortalizas, ropa, zapatos y bolsos, entre una gran variedad de complementos y artículos, a precios asequibles para cualquier bolsillo.
Desde las siete de la mañana hasta el mediodía no cesa de entrar gente a este escondido lugar en el que los comerciantes instalan sus puestos a la sombra, gracias a los toldos, junto a sus furgonetas, donde transportan la mercancía, formando un conjunto organizado ante el aparente desorden que podría suponerse.
Bien en coche, andando o en autobús -hasta de los municipios cercanos cuyas paradas están cercanas-, el trasiego no termina en toda la mañana para realizar unas compras ahora destinadas a cubrir la demanda veraniega de bañadores, trajes frescos, sandalias y chanclas, entre otros artículos, cuyas bolsas llenaban los asistentes junto a la gran variedad de frutas y verduras que se podían ver en el casi centenar de puestos del mercadillo. Familias enteras, parejas jóvenes, pandillas de chicas y chicos, y mujeres mayores formaban la gran variedad de público que se acerca a este lugar, incluidos muchos extranjeros de diferentes países que daban un aire cosmopolita a este supermercado en el que se podía encontrar cualquier cosa. "Esto parece el Pryca", apuntaba un cliente.
No dejaba uno de sorprenderse a cada puesto que avanzaba, y no sólo por los precios o los artículos que se encontraban, sino por detalles que hacían del mercadillo un lugar muy vivo, cercano y real. "Te lo pruebas en casa y si no te vale me lo devuelves", explicaba el dueño de un puesto que suele repetir cada fin de semana en el mismo sitio, mientras un visitante repartía tarjetas de información sobre la thermomix. Otro cartel rezaba: "Se actualiza la PSP por 10 euros", mientras que entre las ofertas podían verse sandías a un euro, siete tangas a tres euros e incluso un puesto de zapatos que ofrecía la posibilidad de pagar con tarjeta de crédito. En el trajín de la compraventa algunas ofertas resultaban sospechosas, como los vaqueros de marca a cinco euros y las camisetas a diez, además de los productos de cosmética, colonias, bolsos y relojes que se vendían a un bajo coste.

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